jueves, 9 de julio de 2015

JOSÉ LLOPIS, EL HUMANISTA DE DE LA VEGA BAJA, COMENTA MI LIBRO "HISTORIA DE YO"

¡¡A sus órdenes mi Comandante!!

Aún recuerdo mis mozos años de soldado en África –Targuist, Villa San Jurjo, Villa Nador y Melilla la Vieja-  en Regulares del Rif número 8  en el Zoco Had de Benichicar al pie del Gurugú entre Melilla y Nador; como saludaba a mis superiores por educación y por obligación, aquello de ¡¡a sus órdenes mi Comandante!!
          He conocido recientemente, haciendo un nuevo amigo, al Comandante y al pintor paisajista Carlos Bermejo. Es actualmente el secretario de la Asociación de Artistas Alicantinos. Le conocí por haber expuesto en la sede de Alicante recientemente mis cuadros y que él tuvo la deferencia de presentarme con mucho afecto y puso el título de “Pintar para seguir viviendo” a mi trabajo.
          Carlos es un hombre serio, afable donde los haya y comprometido con el trabajo que ostenta y dispuesto siempre a ayudar con una amabilidad indescriptible o exagerada al pintor desorientado, y más en mi caso, si mis pinturas, por mi versatilidad, eran difíciles de clasificar.
          Carlos Bermejo y yo somos casi paisanos. Dirán que en qué se parece un murciano a un alicantino. Indudablemente en casi nada, solo en la proximidad. Pero ¿en qué se parece un murciano de Molina de Segura a un alicantino de Catral,  de la Vega Baja del Segura, que ha bebido desde niño el agua del Río Segura y hablado el “panocho murciano”? en todo.
Carlos siguió la carrera castrense hasta llegar a comandante, y yo me hice maestro en Murcia, ejerciendo hasta que por consejo del mejor psicólogo del siglo XX, me dediqué a la Alta Psicopedagogía para tratar a niños con Parálisis Cerebral y a los Superdotados y Talentosos.
Y debido al título de la novela de Carlos Bermejo: “Historia de Yo” permíteme que refuerce la memoria de los no avezados. El Ello, Yo y Superyó son conceptos fundamentales en la teoría del Psicoanálisis  con la que Sigmund Freud intentó explicar el funcionamiento psíquico del inconsciente humano. El Ello, es la parte primitiva, desorganizada e innata de la personalidad. El Yo, es un ejecutor de la personalidad: “ahora debe decir esto…”.”ahora deberá salir…”. El Yo elevado y desorganizado puede conducir al egolatrismo. El Superyó, representa los pensamientos morales y éticos recibidos de la cultura.
Quiero abundar en algo más, o sea, en la  madurez de los niños. Para calificar a un niño  de superdotado hay que atenerse a los Tres Anillos de Renzulli: Capacidad por encima de la media, Creatividad e Implicación en la tarea. Pero si un niño no da más, o si un niño no ha llegado a desarrollar la Etapa Formal, será retrasado según Piaget, es el niño en el que no aparecen las estructuras lógicas ni opera con conceptos ni trabaja sobre hipótesis.
Pero en cuanto a Carlos Bermejo, y sonrojándome, sí amigos, sonrojándome, confieso que hice un infausto juicio de valor y me equivoqué al tener en mis manos y ojear, que no hojear, su “Historia de Yo”.
Pues bien, hecho este preámbulo, porque me creo en derecho de afirmar si un niño es listo, incluso superdotado o talentoso. Este libro, me dije, es la demostración palpable de un ególatra imposible, porque nos va a contar las correrías de un apuesto militar ascendido de soldado a suboficial, de suboficial a oficial y de oficial a jefe, es decir, a comandante. Vamos, que Carlos nos iba a aburrir con las historietas del desfloramiento de doncellas o del corneamiento de maridos. Pero no, reconozco que me equivoqué, repito, que no dí ni una, porque Carlos es un fruto inmaduro de la posguerra donde tuvo que sufrir la represión sexual de unos padres clericales de rosario y misa diaria; también, de unos curas que nos decían que nos quedaríamos ciegos si practicábamos el “onanismo”. Piensen que por tan “liviano pecado” nos privaría la iglesia de ir al cielo, que estaba hecho de turrón y peladillas, según mi párroco, o ir al infierno por masturbarte a consumirte en el incombustible y horrendo fuego eterno.
          Así, y con aquella educación sexual retrógrada llegó el joven y apuesto murcianico a la capital del reino, Madrid.
          En cuanto al aspecto documental el escrito es ameno, y sobre todo, para los que hemos vivido algo de vidas paralelas al salir de nuestros pueblos muy jóvenes y tenernos que enfrentar solos y con muchas carencias económicas a una vida alejada de nuestro terruño  y sin el  calor de nuestros padres y hermanos y que por su lejanía añoramos y lloramos muchas noches de silencio y abandono buscado por nosotros. Carlos, sé que lo pasaste bastante mal, pero cuando algo se quiere, a veces, el peaje que se paga es muy alto, lo digo por experiencia porque, entre otros avatares, conocí el amplio pasillo para ir a los aseos del cine Carretas y el miedo que pasé con los “desviados”, que no gays, tirados por los suelos y el acoso en las butacas.
          Podíamos decir, para los que  somos muy mayores, que han pasado ya desde que Carlos se fue a Madrid hasta hoy, “casi un millón de años”.

          La narrativa de Carlos es prosa poética de fácil lectura. Relata con amenidad desde su infancia a la boda de “un crío con Dolorsitas la Pantoja”. Es una prosa poética, como dije, cargada de erotismo, a veces, sublime. Carlos toca con sutileza sus enamoramientos y fracasos, que solo él se atreve a confesar. Su tono es íntimo. Las palabras, las frases y los párrafos están muy estudiados y medidos. Parece increíble que un machito hispano en vez de contar bravatas en cuanto a lo sexual casi solo cuente sus fracasos, pero nos deleita con su cordobesa Loli de la Rambla de Córdoba. Su amor verdadero, la que después sería madre de sus cuatro hijas y abuela de sus seis  nietos.
 En literatura tú has utilizado la forma de expresión que has querido y lo has dicho como has deseado. Pero has procurado que tu Narrativa dijera algo o enganchara. Y es así como tu argumento de ·Historia de Yo· es atinado, ameno y refrescante en la exposición. Deleita, atrae y subyuga. Cada capítulo te lleva al otro con fruición. Y esto, quizá, querido amigo, es lo que busca un hábil lector de la buena literatura. La buena literatura es la que no te deja ni un instante libre para pensar en algo que no sea en el argumento del libro presente o en el capítulo siguiente. Y esto,  lo has conseguido con largueza. Así es, como el lector espera, querido Carlos, tu nuevo libro y que ya está tardando. Un abrazo y ¡¡enhorabuena!!

José Llopis Flores
Prof. de Técnicas Madurativas


























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